sábado, 2 de julio de 2011

Por Andrés Caicedo.

Puede ser una tarde con estrellas
La tarde se parece a mí
Soy un hombre melancólico
Soy un poeta.
Cuando tenía 12 años fui a mi primera
fiesta y fue cuando me tocó bailar por
primera vez en mi vida. Me fue muy mal.
No me cogió el paso. Me dijo: no le
cojo el paso y me dejó allí. Y yo fresco.
Pero yo ahora pienso
que si me hubiera cogido el paso ahora yo
sería bailarín y no poeta.
Hay gente que puede ser poeta y bailarín
al mismo tiempo. Pero yo no puedo.
Yo soy un hombre melancólico.
Puede ser la luna a mis espaldas.


** Andrés Caicedo (1951-1977)
"Escritor colombiano nacido en Cali. Desde muy joven revela un marcado interés por la lectura y con sólo 13 años escribe su primer cuento, El Silencio (1964). En 1972 fundó con Ramiro Arbeláez y Hernando Guerrero el Cine Club de Cali y dos años después escribe el cuento Maternidad, considerado su obra maestra. Entre sus trabajos podemos destacar las obras teatrales, Las curiosas conciencias (1966), El fin de las vacaciones (1967) y Los imbéciles también son testigos (1967); la novela, La estatua del soldadito de plomo (1967); y los ensayos, Los Héroes al principio (1971), acerca de La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa y El mar (1971) sobre la obra de Harold Pinter. El 4 de marzo de 1977, a la edad de 25 años, se suicidó con sesenta pastillas de Seconal. En abril de ese mismo año aparece su novela ¡Qué viva la música! (1977). Andrés Caicedo dijo que vivir más allá de los 25 años era una vergüenza. Para él estaba primero la acción y después la reflexión; eso hizo que escribiera a una marcha vertiginosa. Sus críticos lo han visto como un desarraigado, un desadaptado o un ser trágico, pero más allá de la mirada superficial, estaba el artista afanado por vivir intensamente"